jueves, 24 de noviembre de 2011

Amazonía, otredad, nominalización


Las sal de los cerros (Stefano Varese) uno de
 los libros básicos para entender el
 problema de la Amazonía en Perú.
En la serie de desencuentros de los que ha sido protagonista la Amazonía, sobre los cuales somos hoy más conscientes sin que necesariamente las cosas hayan cambiado sustancialmente, podemos encontrar diversos hilos que tejen la madeja de la separación entre, por un lado, lo amazónico y, por el otro, lo occidental y andino dentro de la experiencia peruana. Uno de estos elementos constructores de otredad es la nominalización, justamente, de ese “otro”, que se remonta a la colonización de América. Para Tzvetan Todorov el descubrimiento de América “o más bien de los americanos, es sin duda el encuentro más asombroso de nuestra historia” (1), por encontrarse dominado por un “sentimiento de extrañeza radical”. Una voz peruana, Alberto Chirif, dice:

Desde el momento en que se exterioriza las primeras referencias a las expediciones a la selva, también aparecen una serie de términos para indicar a los indios que la habitan. Son varios nombres, con significados múltiples y por lo tanto tal vez de escasa ayuda para una reconstrucción etnolingüística (…) Tal vez la denominación que aparece con mayor frecuencia en los primeros escritos es “chunchos”. Un término andino, de una adjetivación un tanto despectiva para indicar las poblaciones orientales (2).

Un ejemplo mucho más reciente de cómo funciona la nominalización puede hallarse en la Ley de Comunidades Nativas de 1974, que trató de ajustar los problemas del Perú de aquel entonces, pero sin lograrlo. Stefano Varese explica los problemas que acarreó el uso de este término en la:

(...) Ley de Reforma Agraria velasquista, que eliminó del lenguaje oficial el término comunidad indígena e indígenas y lo sustituyó con el término ‘comunidad campesina’ y campesinos. El objetivo político era noble: eliminar la carga despectiva históricamente acumulada en el referente indígena/indio. El resultado fue de dudosa calidad antropológica y de veracidad ambigua. Se aplicó un término descriptivo genérico, de larga cobertura histórica y de densa trayectoria eurocéntrica, a una serie de pueblos (y culturas) muy diversos y con niveles de economía agrícola y hortícola muy distintos. El término genérico ‘campesino’ empezó a encubrir, esconder y distorsionar la gran diversidad cultural del país, con sus distintas soluciones económicas y de organización social. Con esto la misma historia de los pueblos indígenas del Perú fue opacada y finalmente desconocida por los propios sujetos indígenas, que en su relación con el Estado fueron instados a presentarse con su cara o máscara campesina para poder aspirar a los beneficios de las nuevas legislaciones agrarias. Treinta años de práctica sociopolítica disimulatoria han producido una conciencia campesina que niega su propio componente cultural y civilizatorio indígena y enfatiza lo que el Estado-nación republicano contemporáneo espera de sus ciudadanos rurales: una caracterización eminentemente economicista de la comunidad y de los individuos que oculta la singularidad histórico cultural de los pueblos indígenas del Perú(3).

Así, la diversidad cultural amazónica se abrevió dentro del calificativo “comunidades nativas de la selva” para suplir los nombres que se usaban hasta entonces: poblaciones tribales, tribus, chunchos, indios, selvícolas, indígenas. El objetivo -“cambiar la semántica introduciendo términos menos cargados social y étnicamente” (4)- produjo, sin embargo, un término que no se ajustaba ni resumía la realidad cultural sobre la que se aproximó. Esta medida, lejos de solucionar el problema de la integración, lo que hoy todos llaman “inclusión social”, no solucionó el desconocimiento previamente existente, por lo que se siguió contando a los actores sociales de las diferentes culturas amazónicas con una fuerte carga negativa y de discriminación: “Los militares decían ‘ponemos aquí un colono, acá ponemos un aguaruna, y de la mezcla sale el Perú mestizo, civilizado’ (…) pensaban, con total ingenuidad e ignorancia, que los colonos iban a enseñar a los aguarunas. Los colonos no sabían nada de selva, no sabían nada de bosques tropicales” (5).


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1.  TODOROV, TzvetanLa conquista de América. El problema del otro. Madrid: Siglo XXI Editores, 2007. p. 14
2.  CHIRIF, Alberto. “Prólogo” en VARESE, Stefano. La sal de los cerros. Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2006. p. 59
3.  VARESE, Stefano. “En la selva sí hay estrellas”. Entrevista de MONTOYA, Rodrigo, Hernando BURGOS y Martín PAREDES. En:
4.  VARESE, Stefano. “En la selva sí hay estrellas”. Op. Cit.
5.  VARESE, Stefano. “En la selva sí hay estrellas”. Op. Cit.


G. Lopez T.

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